EL NIÑO QUE APRENDIÓ A ROBAR DESDE UNA AGUJA

 

Un niño desde muy pequeño comenzó cogiendo las cosas ajenas. La primera ves llevo una aguja de un vecino; como su mamá no le dijo nada, luego cogió culantro, cebolla, col y otros productos de los huertos y sembríos. Su madre nunca le preguntaba de donde traía o quien le había dado las cosas, más bien agradecida, cogía y usaba las cosas robadas. 

Mientras crecía robaba cosas más grandes como: cuyes, gallinas y borregos. En su adolescencia había desarrollado mayores habilidades, hasta cuando le llego las fuerzas para entrar a las casas ajenas, robarse los ganados y otras cosas más grandes.

Ya en su juventud, su conducta era tan fuerte que mataba personas para robar, es decir, ya no se le podía corregir; toda la gente le tenían miedo en las comunidades. Le reclamaban a su madre, y ella salía en defensa de su hijo diciendo que no lo culpen a él.  

Finalmente, las autoridades judiciales lo capturaron para matarlo, lo cual genero una gran novedad en el pueblo. Se reunió una inmensa multitud de: niños, jóvenes y mayores de diferentes comunidades y pueblos cercanos, ante la noticia de la pena de muerte.

Empezaron dando una vuelta por toda la ciudad, a manera de procesión y luego lo amarraron bien en un inmenso para que todos pudieran ver aprender de esta dura experiencia.

Cerca de su muerte el hombre pidió perdón a todo el pueblo, por el mal comportamiento que había tenido y mando a llamar a su madre. Ella se acercó llorando y reclamando por que le van a matar a su hijo. Cuando se acercó para abrazarle, aquel joven la alcanzo con sus dientes y la mordió en la oreja, diciendo:

¡Maldita! Ahora tengo que morir así, porque cuando yo era pequeño no me reclamaste nunca, no me decías nada, cuando poco a poco fui aprendiendo a coger las cosas más grandes, durante toda mi vida. Éramos pobres igual que nuestros vecinos, pero si podíamos trabajar.  

De esta manera se despidió de la gente dejando una gran lección para los que estuvieron presentes.    




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